Sonreír, reír y otras expresiones del rostro le sirven al niño para comunicarse con los que están a su alrededor. La sonrisa, después del llanto, es percibida por los padres como el primer comportamiento social de su bebé, e ingenuamente creen que su recién nacido les sonríe a ellos. Sin embargo no es hasta que cumplen su primer mes de vida cuando esbozan una auténtica sonrisa. Pero ¿qué es lo que les provoca esa aparente felicidad? Todo lo que llama su atención les alegra. Sonríen cuando ven una cara conocida, cuando están mamando, al descubrir los ruidos, las imágenes, el movimiento…
La primera sonrisa, antes de nacer
Los padres son unánimes en este aspecto: todos recuerdan la primera sonrisa de su bebé. Pero debemos remontarnos al vientre materno para hablar de la primera vez que sonríen los niños. Los últimos avances tecnológicos han permitido a los especialistas comprobar que los bebés, cuando se encuentran en el útero materno, tienen ya expresiones faciales, como la sonrisa, lo que se explica como un acto reflejo en su preparación para el nacimiento. El recién nacido mantiene este hábito durmiendo. Esta primera forma de sonrisa o movimiento de labios parece estar relacionado con las sensaciones internas y la actividad del sistema nervioso central. Se trata de una mueca innata y espontánea provocada por una sensación de bienestar.
Después de la segunda semana, los bebés reaccionan a la voz, que les ocasiona la sonrisa. A partir del segundo mes, la sonrisa se agranda y se acompaña de un leve estiramiento de labios.
Entre el mes de vida y el segundo despierta la verdadera sonrisa y ya puede considerarse una auténtica expresión social. Pronto percibe las reacciones que este gesto provoca en los demás.
Pasan de la sonrisa a la risa una vez cumplidos los 4 o 5 meses. El bebé participa de su entorno a través de las eclosiones de felicidad, que manifestará con gorjeos o gorgojitos. Se reirá de situaciones que, paradójicamente, antes no le gustaban, e incluso le asustaban: que mamá se oculte detrás de una servilleta y aparezca, que le hagan cosquillas en la tripa, que papá le lance por los aires, etc. La imaginación y la fantasía del propio bebé también le ayudarán a provocar una reacción de hilaridad: le divertirá el simple hecho de convertir un objeto común como una cuchara en un juguete que vuela como un avión hacia su boca.
La risa después de los 7 meses
La risa está considerada como una prolongación de la sonrisa. Son expresiones emocionales diferentes tanto por su forma como por los estímulos que la provocan. Reír es una emoción muy intensa. Es fundamental para el desarrollo afectivo del niño e indispensable para consolidar su relación con mamá y papá.
La risa de satisfacción no se produce antes de los 7 u 8 meses. El bebé ya ríe de alegría y comienza a apreciar las primeras recompensas afectivas a sus esfuerzos.
Con 1 año, comienza a comprender cómo funciona el mundo que le rodea y son muchas las cosas que le divierten, especialmente todo aquello inesperado o que se escape de lo habitual: que su padre se ponga su gorro, un chupete….
Entre los 2 y los 3 años, comienzan a entender las bromas y chistes sencillos. Las grandes carcajadas y la risa incontrolable se producirán alrededor de los 4 años junto con el aprendizaje del lenguaje y la comprensión de historias más complejas. Entiende las bromas y las gasta: se escapan para que papá les pilles, se esconden, juegan a poner a prueba su paciencia o a hacerles enfadar para ver hasta qué punto pueden llegar sus pequeñas travesuras.
¡Prueba el juego del espejo!
¡Prueba el juego del espejo!
En una habitación, sitúa un gran espejo. Fíjalo al suelo y ponlo a su nivel. El interés por su propio reflejo comienza desde el primer mes: Observará con gestos de felicidad los juegos de luz reflejados en el cristal.
A los 4 meses el bebé gesticulará riendo, sin saber aún que la imagen es la suya. Pero se divertirá pensando que tiene un compañero de juegos enfrente.
Sobre los 7 u 8 meses balbuceará frente a su reflejo. Aunque aún cree que su reflejo es otro bebé que se mueve al mismo tiempo que él, hará muecas divertidas que significan que poco a poco va tomando conciencia de que se trata de él mismo.
Alrededor de los 12-18 meses irá descubriendo la similitud entre sus movimientos y los del espejo. Hace juegos con la mano y se acerca a su imagen. Intentará tocar el espejo para ver qué hay detrás, tratando de atrapar la mano de su “amigo” o de abrazarle. Un beso en el cristal es la prueba definitiva de que ha descubierto que se trata de su imagen
Finalmente la adquisición del lenguaje le permitirá nombrarla. Su entorno le ayudará a confirmar su presentimiento, lo que provocará su entusiasmo: comprenderá por fin que ese cuerpo es el suyo.
Cumplidos los 2 años irá perdiendo paulatinamente el interés por el misterio del espejo y preferirá compañeros de juegos de carne y hueso. Al fin y al cabo ¡es mucho más práctico!
Los dulces sueños
Las caricias
Las cosquillas
Las payasadas
El movimiento
Su reflejo en un espejo
Los juegos de manos
Balancearse sobre tus rodillas
Las voces que reconoce
Lo insólito: que papá o mamá se pongan algo de bebé, que se escondan y aparezcan, que anden a cuatro patas…
Las muecas
Las imitaciones de sonidos
Las caricias
Las cosquillas
Las payasadas
El movimiento
Su reflejo en un espejo
Los juegos de manos
Balancearse sobre tus rodillas
Las voces que reconoce
Lo insólito: que papá o mamá se pongan algo de bebé, que se escondan y aparezcan, que anden a cuatro patas…
Las muecas
Las imitaciones de sonidos
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