¡VAMOS EN CAMINO!

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Luz Verde. Cambiando mi Mundo...

10 enero 2009

*Cuando Cuidar es también Educar

Durante la internación, la enfermería ocupa un lugar fundamental basado en las tareas de cuidado y acompañamiento del paciente.

Sin embargo, el vínculo que se genera también da lugar para otra labor, quizás más trascendente, que puede dejar huellas luego del alta: la educación.



Todas las mañanas, Alejandra llega al Hospital y comienza una rutina en la que, paradójicamente, cada día es distinto. Mientras recorre las habitaciones, se desliza entre historias diferentes, dolores particulares, penas inexplicables.


En cada una, hay una persona que espera de ella la contención, el afecto y el humor necesarios para sobreponerse y olvidar, aunque sea por un instante, sus pesares. Al comienzo de la jornada laboral, el personal de Enfermería se encuentra con un momento clave de encuentro y comunicación entre el turno que entra y el que sale: el pase de guardia.

“Es la oportunidad de intercambio de información, en donde el enfermero que recibe la guardia recopila todos aquellos datos sobre el paciente, su entorno y su patología, que le permitirán establecer nuevas prioridades, administrar cuidados, organizarlos tiempos de la jornada y satisfacer las necesidades insatisfechas de los pacientes internados”, explica la Lic. Alejandra Parisotto, Directora de Enfermería del Hospital Universitario Austral.


Las tareas de Enfermería se dividen en dos partes. Por un lado, las actividades derivadas de la indicación médica y relacionada con la patología del paciente. “Por el otro, se encuentran las actividades más valoradas de la Enfermería y que están relacionadas con la respuesta humana a la situación de enfermedad”, agrega Parisotto.

Un antes y un después

A diferencia de la relación que se construye con el médico, el vínculo que se establece entre el paciente y la enfermera suele ser favorecido por el tiempo que comparten durante la internación. “La enfermedad es un hito que marca un antes y un después en la vida de las personas, y que nos hace afrontar la vida de una manera diferente”, dice la Lic. María Marta Palermo, Sub directora de Enfermería del Hospital Universitario Austral.


Al acompañar al paciente en tiempos difíciles, “el profesional de enfermería no puede mantenerse aislado emocionalmente y, aunque no llegue a involucrarse, se encuentra afectado por el otro”, cuenta Palermo. De esta manera, se entabla una relación que puede ser aprovechada para que el paciente se vaya a casa con “algo más que su salud”. Según Palermo, “todo enfermo debería llevarse un aprendizaje de su internación”.


La educación del paciente se con-vierte, entonces, en una actividad que debe realizarse desde el momento del ingreso, cuando se debe comenzar a prepararlo para el alta. “La enseñanza puede pasar –según la profesional por la adquisición de rutinas de cuidado o, en lo que se refiere a la enfermedad, por un proceso en el que ambos aprenden, tanto el profesional de enfermería como el paciente.”

Del cuidado a la enseñanza
Es común que cuando uno está enfermo se preocupe al no saber exactamente que él está pasando, y esto, sin lugar a dudas, puede repercutir sobre el organismo. Así, existen casos en los que la información brindada al paciente puede provocar cambios positivos en su estado anímico.
Según cita la Lic. Laura Alberto, Enfermera Educadora del Hospital, “la enfermería es una profesión humanista, que se ocupa del cuidado de la persona y de su familia, cuando vive una experiencia de salud-enfermedad, ayudándole a recuperar la fuerza, proporcionado información y fortaleciendo la voluntad, para que pueda recobrar o mantener el máximo grado de salud posible, o simplemente acompañando a la persona en el final de la vida, para que pueda morir con dignidad.”

Por eso, de la profesión de enfermería se desprende, entre otras tareas, la de transmitir saberes. “Al dar información terapéutica al paciente o recomendar una conducta saludable, la enfermera está interviniendo en un área de dificultad de la persona: el déficit de conocimiento”, explica la enfermera Alberto.

Al explicar al paciente en qué consiste cada procedimiento, cómo puede colaborar y qué puede llegar a sentir, la enfermera puede ayudarlo a que se comprometa más con el tratamiento que recibe. Según Parisotto, lo mejor de la educación es la seguridad que adquieren tanto el familiar, como el paciente, y la autonomía que les da la información. “Vuelven a ser dueños de sus decisiones”, dice. En muchos casos, la relación pedagógica excede al paciente y llega a la familia –que lo acompañará en los cuidados luego del alta médica –, y el profesional evacua sus dudas o explica los procedimientos y cuidados que se realizaron o se realizarán.

Aprender valores
La Lic. Consuelo Diez trabaja como Enfermera en la Unidad Coronaria de HUA. Según ella, la enfermera es educadora en el área en que se desempeñe.
“En el ámbito asistencial, la enfermera es educadora con sus compañeros de trabajo, con alumnos, pacientes y familiares de pacientes.” En la Unidad Coronaria, sin embargo, el rol como educadora es fundamental, “ya que muchas veces los pacientes no han tenido contacto con la medicina y son Muchas las dudas que les van surgiendo”, explica Diez.

El aprendizaje del paciente no pasa únicamente por la incorporación de rutinas de cuidado personal, sino también por la adquisición de valores humanos, “ya que el hecho de enfrentarse a la enfermedad los hace replantearse el ritmo de vida que llevaban y los tiempos que dedicaban a su familia, a su creencia religiosa, a su trabajo, a sus amigos; en fin, a lo más importante
De su vida”, afirma.

En las internaciones cortas:

¿Es posible “educar” a un paciente a pesar de que éste no tenga una internación prolongada?
La respuesta es sí. “Luego de evaluar las necesidades del paciente, cuenta Laura Alberto– la enfermera determina las prioridades de intervención de acuerdo con el siguiente criterio: en primer lugar, interviene sobre el problema que compromete la vida de la persona. Luego, atiende lo que es importante para el paciente y la familia.

Cuando éste no presenta un problema que comprometa su vida de manera inmediata –como por ejemplo, una hemorragia puede atender otras necesidades de educación, como enseñar al paciente a cuidarse una herida de una cirugía abdominal simple. Esto ayudará al paciente a disminuir el riesgo de infección una vez externado”.

Etimológicamente la palabra educar significa: dar, al que aprende, los medios y conocimientos para abrirse camino, encauzarlo al pleno desarrollo de sus posibilidades. “Realmente es este momento del cuidado en el que la enfermería logra su plenitud, porque logra satisfacer las necesidades del paciente y acompañarlo para que pueda salir de un estado de dependencia hacia uno de independencia”, agrega Alejandra Parisotto. Pero no sólo el paciente adquiere conocimientos mientras avanza hacia la recuperación.



El vínculo con la enfermera implica un camino de ida y vuelta en el cual el aprendizaje es mutuo. Consuelo siempre se lleva una lección de las virtudes que descubre en sus pacientes, como la paciencia y la magnanimidad. “Así como de toda persona podemos aprender lo que no sabemos o mejorar lo que sabemos, de los pacientes también.”

Educar en la adversidad

En ocasiones, el rol educativo de la enfermera traspasa las puertas del Hospital.

Tal es el caso de Claudia Zamora, Enfermera del HUA, que visita Cada 15 días el Hogar Santa María, ubicado en Pilar, en donde se acoge a madres adolescentes provenientes de una comunidad con grandes necesidades vinculadas a la prevención y a la promoción de la salud. El espíritu redesafío llevó a Claudia y a la Lic.en Psicopedagogía Cecilia Mauccia generar un espacio de confianza para compartir conocimientos y acompañar al grupo de jóvenes.


El trabajo comenzó hace siete meses recogiendo inquietudes y luego acercando información de la manera más clara y sencilla posible. Se comenzó a hablar de “temas relacionados a la salud, como el funcionamiento reproductivo de las mujeres y los hombres; aprendieron conceptos nuevos y también desaprendieron creencias que no tenían ningún fundamento”, cuenta Zamora. “Lo que me interesa es que están ahí y que las causas y circunstancias les son adversas”, dice Zamora. “Por eso, me propongo acompañarlas y compartir mi conocimiento desde esta profesión. Lo hago desde un lugar muy lindo que tenemos todos: El corazón.”


Sus visitas al Hogar Santa María también significaron un aprendizaje para Claudia en este sendero de ida y vuelta que es el vínculo entre la enfermera y el paciente. A lo largo del camino recorrido junto a estas jóvenes madres, adquirió la virtud de la paciencia. “Una vez que logramos hacer un momento de silencio y de reunión, de charlar y de desarrollarlos temas con ellas, me voy del Hogar con un sabor de felicidad, porque pude compartir mis conocimientos,

y ellas pudieron aportarme su sentir, sus lágrimas –a veces sin siquiera saber sus verdaderas razones –, su sorpresa frente a la información nueva que reciben y a la sensación real de sentirse acompañadas. Creo que esto les da esperanza y, hoy en día, no es poca cosa.”

El vínculo con la enfermera implica un camino de ida y vuelta, en el cual el aprendizaje es mutuo.
La enfermera, ¿Educadora para la salud?

Mejorar la calidad de vida es el gran desafío de la enfermería, en donde el contacto humano y la comunicación cara a cara son imperativos para rescatar la condición humana y promover estilos de vida saludables.

A pesar de que la profesión ha alcanzado niveles altos en su formación, la imagen de la enfermera continúa desdibujada en la sociedad y con condiciones laborales deficientes. Sin embargo, hasta hoy, ninguna tecnología puede sustituir a la enfermera como educadora, ya que la primera tecnología del cuidado es su misma persona con un saber, un “saber hacer” y un “saber ser” enfermera, para educar en la transformación de conductas que alteran la salud.

La enfermera debe desarrollar empatía, ir hacia el otro y ver lo que siente, antes, durante y después del acto de cuidar. Para ello, él diálogo es imprescindible.


La educación es la herramienta para hacer conocer lo que cada uno necesita y para lograr que las relaciones sociales sean horizontales, encontrándonos “en el mismo lado” con saberes distintos. La enfermera aconseja y aclara dudas: a la embarazada, sobre cuidados del recién nacido; al niño, sobre los beneficios de determinados hábitos; a adolescentes, sobre los riesgos de adicciones, embarazo, trastornos de conducta alimentaria... Con lenguaje claro, brinda ayuda para tomar decisiones y reforzar la voluntad frente a tratamientos prolongados sobre dietas, ingesta de medicamentos y enseñanza de procedimientos, como la administración de insulina.


Pero también educa cuando informa los beneficios del ejercicio y el abandono del tabaco, cuida al anciano en el hogar o acompaña frente a la pérdida de un ser querido. Para aumentar el conocimiento acerca del aporte que esta enfermera puede dar al cuidado de salud, coincido con declaraciones internacionales y nacionales: “Sin cuidados de enfermería de calidad, no existe un sistema de salud”.

*Por Lic. Elena Perich .Presidenta de la Federación Argentina de Enfermería


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