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Luz Verde. Cambiando mi Mundo...

23 noviembre 2009

Educar el talento: la difícil asignatura de la superdotación



Al pequeño Miguel, de cinco años de edad, acaban de hacerle unas pruebas porque parece muy avanzado para su edad. El resultado es positivo: el pequeño es superdotado. Pero este diagnóstico, motivo de orgullo para cualquier padre, pronto se convierte en un problema para los de Miguel ¿A qué escuela llevarlo? ¿De qué forma educarlo? El equipo docente de su colegio no parece preparado para ofrecer una respuesta a estas preguntas, ni los medios adecuados que su formación requiere. Miles de padres en España se hacen en estos momentos esas mismas preguntas.


Es famosa la anécdota de Einstein que, siendo niño, recibió de uno de sus profesores el comentario de que académicamente, muy poco conseguiría en la vida. No es el único caso; Isaac Newton, otro de los científicos que cambió el curso de la historia de la física, era un alumno fracasado en la escuela y a Thomas Edison, también en las aulas, le dijeron que era demasiado tonto como para aprender nada. Estos son algunos ejemplos de superdotados famosos considerados poco capaces en su infancia. La causa, probablemente, no haber recibido la educación adecuada a su condición.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a una persona superdotada como aquella que cuenta con un coeficiente intelectual superior a 130. Una definición algo escueta que parece perseguir el interés práctico de establecer un línea divisoria entre lo que debe ser considerado como alta capacidad y lo que no. Algunos otros autores, como Julián Betancourt, consideran que existe un consenso generalizado en torno a la idea de que el sujeto superdotado presenta un desempeño sobresaliente o potencialidad elevada en alguno o varios aspectos, ya sea conjuntamente o de forma aislada. Dichos aspectos son: capacidad intelectual general superior a la media, aptitudes académicas específicas, creatividad o pensamiento productivo, capacidad de liderazgo, talentos especiales (artes escénicas, música entre otras) y capacidades psicomotoras.


La Confederación Española de Asociaciones de Altas Capacidades (CEAAC) ofrece la posibilidad de consultar en su página web un documento del Consejo Superior de Expertos en Altas Capacidades de la Universidad Francisco de Vitoria. El informe expone algunas consideraciones sobre el concepto de superdotado. La primera dificultad, afirma, a la hora de determinar este concepto estriba en la propia definición de inteligencia humana y para ello se sirve de la aportada por el profesor Marina, que la entiende como “la inteligencia computacional que se autodetermina”. Y ello porque, reuniendo las características de la inteligencia artificial, en el sentido de ser el cerebro humano un dispositivo del mismo tipo que un ordenador, presenta con respecto a éste la diferencia de ser capaz de organizarse, controlarse, dirigirse y transformarse. La presencia en el ser humano de sentimientos, sensaciones y emociones que interactúan de forma permanente con el sistema cognitivo le hace capaz de auto-transfigurarse por medio de la voluntad.


Teniendo en cuenta que el cerebro no es lineal en su crecimiento sino que experimenta momentos clave para el desarrollo de habilidades específicas, se concluye que una educación adecuada constituye la arquitectura del cerebro, siendo la inteligencia humana educable y enseñable y por tanto, en este punto radica su gran responsabilidad.


Una vez aclarados estos conceptos clave, el documento pasa a definir la superdotación como el fenómeno de la persona que se caracteriza por las diferencias en alta capacidad del sujeto, no sólo a nivel cuantitativo, sino sobre todo en su funcionamiento. La superdotación constituye un perfil complejo en el que todos los recursos intelectuales presentan un elevado nivel, de forma combinada y conectada. Es, en resumen, la expresión máxima de la inteligencia humana. Las diferentes capacidades se hallan en combinación, confluyendo la cognición (inteligencia e imaginación) con factores emocionales como el afecto, la sensibilidad o la empatía. La superdotación no es rendimiento, es potencialidad o lo que es lo mismo, capacidad y potencial para poder lograr un mayor rendimiento, si se ponen los medios adecuados para su desarrollo.


La vulnerabilidad, a flor de piel

La afirmación de que los niños con altas capacidades requieren de atenciones educativas especiales no es, ni mucho menos, gratuita, y tampoco se agota en los aspectos meramente cognitivos de su formación. Si la palabra superdotación, considerada en abstracto, puede transmitir una connotación de capacidad que supera con mucho la media, no hay que olvidar que ello no es sinónimo, en ningún caso, de invulnerabilidad emocional. La presencia de altas capacidades va a menudo de la mano de una mayor conciencia, a menudo intensa, de cuanto ocurre en el entorno. Este factor, unida a la juventud, puede generar vulnerabilidades en los superdotados que se encuentran en su fase de desarrollo. Algunas investigaciones han demostrado que estas personas tienden a ser sensibles e intuitivas y presentar un deseo ferviente de ser aceptados por el grupo.


Un estudio realizado sobre 4.000 niños por el Gifted Development Center (Centro para el Desarrollo de Superdotados) una organización de investigación sin ánimo de lucro con sede en Colorado, identificó algunas de estas características en sujetos de alta capacidad.


El primero de los rasgos identificados fue la introversión; el 75% de los niños con un coeficiente intelectual superior a 160 presentaban personalidad introvertida y se sentían más cómodos en soledad. En relación con esto, aparecía también un deseo de privacidad. El estudio hace aquí referencia a los hallazgos de Leta Hollingworth, que después de un hacer un seguimiento a varios sujetos cuyo coeficiente superaba el 180, identificó una marcada tendencia a no facilitar información sobre ellos mismos, sus datos, sus familias, sus deseos o sus proyectos en la vida.


La investigación también concluyó que el 90% de los niños excepcionalmente dotados presentaban una intensa sensibilidad y compromiso con la justicia. Entre el 84 y 88% eran perfeccionistas, constantes en las áreas de su interés, y cuestionaban la autoridad. Y sin embargo, afirman los autores, sensibilidad, perfeccionismo o justicia no son las primeras palabras que nos vienen a la cabeza al hablar de superdotados.


Un fenómeno que se da con frecuencia en personas de gran talento es lo que ha venido en llamarse disincronía o asincronía. Las características intelectuales y de personalidad de estos sujetos amplía de forma considerable sus experiencias vitales, estableciendo una elevada distancia entre ellos y lo que se considera la norma, de forma que las diferencias con otros compañeros de la misma edad se ven aumentadas. Según el Consejo Superior de Expertos en Altas Capacidades de la Universidad Francisco de Vitoria, se trata de un “proceso de maduración neuropsicológica asincrónico (disarmónico)”, siendo la disincronía un “concepto que hace referencia al desfase que puede producirse entre diferentes niveles de desarrollo, como el intelectual y el emocional, consecuencia del desarrollo heterogéneo específico de los superdotados”.


Un artículo publicado por la Asociación Valenciana de Apoyo al Superdotado y Talentoso lo describe de forma más clara: “Tienen una edad cronológica, pero la mental está muy por encima de lo que marca su DNI. No tienen los mismos intereses que sus compañeros de pupitre y se mueren de asco si los pones a copiar de una pizarra. Obligarlos a seguir esas pautas puede desembocar en una hiperactividad, enfermedades psicosomáticas, bulimia o anorexia”.


Otro rasgo distintivo importante de la sobredotación es la creatividad. Así se desprende del estudio realizado por el profesor Juan E. Jiménez, de la Facultad de Psicología de La Laguna, con 634 niños canarios de entre 1º y 4º de primaria. Su análisis concluye que existe una relación entre las altas capacidades intelectuales y un grado alto de creatividad, si bien puede darse el caso de personas muy creativas que no presentan una capacidad extraordinaria.


Conviene no olvidar, en cualquier caso, que no todos los sujetos de talento excepcional tienen por qué presentar alguna de estas características. Otros informes, como el elaborado por el Ministerio de Educación, ‘Alumnos precoces, superdotados y de altas capacidades’, considera un prejuicio asociar a este colectivo una mayor incidencia de características como frágiles, orgullosos, inestables o solitarios. Muy al contrario, el estudio afirma que los niños y jóvenes superdotados con frecuencia presentan menos trastornos de conducta que los alumnos medios e incluso destacan por sus recursos pedagógicos, autonomía, autocontrol y sociabilidad.

De los resultados dispares de distintas investigaciones parece que sólo se puede extraer una conclusión fiable y es que, al igual que sucede con el resto de la población, cada individuo es un mundo y cada caso deberá ser analizado con la especialidad que requiere.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Eso es cierto muchos niños muy inteligentes son muy apartados, y con mucha creatividad, mi hijo es muy inteligente pero me gustaria saber en que enfocarme para no perder su perfil lo que le gusta.

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